A pesar de vestir sus mejores galas de fiesta, con su kimono bordado y su tocado típicamente japonés, la inmensa simpatía de sus ojos rasgados y de sus palabras, denotaba que no se trataba de una japonesa al uso. Cuando finalmente nos presentaron, descubrí también que Taiko sentía la misma FASCINACIÓN y curiosidad por la cultura occidental que yo por la cultura japonesa, por lo que surgió una especial vinculación entre nosotras casi al instante, y decidimos aprovechar el tiempo libre de mis días de estancia en su país para compartir tiempo y experiencias juntas. Y así lo hicimos.
Aquella mañana de noviembre amaneció desagradablemente lluviosa, por lo que nuestra excursión prevista en un principio, se vio finalmente frustrada. Cuando Taiko llegó a la habitación de mi hotel para recogerme, me pilló dándome los últimos toques de maquillaje. Noté que ella me miraba como de reojo, y cuando finalmente me volví hacia ella, interrogante, me dijo que ojalá tuviera mis grandes ojos verdes, y tan REDONDOS, para pintarse así… Yo le sonreí, divertida por la ocurrencia, y le dije que ojalá tuviera yo sus preciosos rasgos orientales y su piel perfecta de PORCELANA, para poder lucir como una verdadera geisha tal y como la vi yo la primera vez, en aquella ceremonia del té… Entonces ella, en su perfecto inglés me dijo:
- “Yo podría cumplir tu SUEÑO… si tú quieres” – Y esbozó una sonrisa acompañada de una pequeña inclinación de cabeza.
Cuando volvió, me quedé sin palabras: la tenue luz de la mañana gris se filtraba por el ventanal, y allí, ante mí, estaba de pie la mujer MÁS BELLA que pudiera recordar en ese instante, descalza, con su larga y lacia melena negra, cayendo sobre un precioso kimono color verde agua que la favorecía lo indecible. Por un momento, os juro que creí vivir una APARICIÓN...
- “También he traído uno para ti…” - Cuando reaccioné, vi que señalaba su brazo izquierdo, del que colgaba una preciosa prenda de color rojo, muy brillante.
- “Es para que te lo pruebes… quizá así puedas sentirte como una verdadera princesa japonesa…” – sonrió – “PÓNTELO, yo te esperaré en aquella estancia…” – señaló.
Y con pasos diminutos y ligeros, desapareció tras la puerta traslúcida.
Algo asombrada, pero decidida a averiguar qué encerraba el cuarto contiguo, me desembaracé de mi ropa y con sumo cuidado me dispuse a enfundarme en aquella deliciosa prenda de SEDA. Lo cierto es que era una verdadera caricia para la piel, pero como diría el refrán “aunque la occidental se vista de seda…” vaya, que me faltaba un mundo o dos, para igualar la gracia y el porte de una GEISHA.
- “Date la vuelta…”- susurró. Yo obedecí sin mediar palabra.
De pronto, SENTÍ cómo su mano tomaba mi coletero y lo deslizaba LENTAMENTE hacia abajo para soltarme el pelo. Luego, con un cepillo en la otra mano, empezó a desenredarme pausadamente la melena. El sonido suave y CADENCIOSO de las cerdas de crin, me subyugaba, casi tanto como el imperceptible ROCE de sus dedos entre mis cabellos... Y no sabría decir bien por qué, pero en mi interior empezaba a sentirme deliciosamente inquieta…
- “A ver, date la vuelta… sí, mucho mejor”
Abrí los ojos, despacio... Taiko seguía apenas a un palmo de mí, clavando su mirada rasgada FIJAMENTE… No podía creer lo arrebatadoramente bella que era aquella mujer, frente a frente.
Pero en lugar de obedecer a lo que mi mente y corazón me pedían en ese momento, mis manos temblorosas SÓLO acertaron a retirarle un mechón de su rostro. Sabía que cualquier caricia más allá, podría ser considerada por la cultura japonesa como una verdadera ofensa. Ella sonrió, sin apartar la mirada, porque al igual que yo, SABÍA que ni siquiera la férrea cultura japonesa podría arrebatarnos nunca el goce de haber sentido, lo que en ese instante infinito COMPARTIMOS.
Y tras empolvarme la cara, suavemente, me puso rubor en las mejillas y en los labios, me perfiló los ojos con un lápiz de carbón negro, y me dibujó unas cejas más gruesas y arqueadas. Luego, me brindó sonriendo un pequeño espejo. El resultado no dejaba de ser curioso. Por un instante, juraría que me vi convertida en una VERDADERA japonesa.
Para ti, TAIKO.
Por los momentos irrepetibles que juntas atesoramos.
3 comentarios:
Me ha parecido como un sueño, que experiencia tan linda has tenido..
Siempre me ha atraido mucho las tradiciones orientales...
Besos muy dulces mi linda niña
Me has dejado sin palabras. No querria decir nada que rompiese la magia de ese momento.
Gracias por compartirlo.
Que intensamete sensual es el deseo. Un relato delicioso Cirene.
Sayonara guapa
Besazo
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