viernes, 30 de mayo de 2008

EL REENCUENTRO

Jamás se habían visto antes, pero cuando por fin lo hicieron, esa noche brindaron por SU REENCUENTRO.




Hasta entonces, sencillamente uno sabía de la existencia del otro, se limitaban a perseguir cada uno una pequeña parcela escrita de la vida del otro, y a pesar de no conocerse, habían conseguido por caprichos del destino, hacerse visibles en la distancia hasta llegar al aprecio. Un aprecio real y especial, que sólo puede surgir por alguien a quien reconoces como a un igual y ante quien no hay NECESIDAD de medirse.

Pero que NO exista la necesidad de medirse, no implica que no exista el DESEO de hacerlo. Y ese deseo coexistió de forma palpable toda la noche, junto con la confianza, y comodidad (rayando incluso la DELICIOSA pereza), de dejar fluir las horas junto a ese amigo de toda la vida al que acabas de conocer.




Tanto fue así, que les cerraron el restaurante.
Y luego les cerraron el bar de copas. Y pasearon por una ciudad casi desierta en la madrugada, sin otra intención aparente de ir más allá. Y aunque ambos eran conscientes que desde hacía mucho su deseo mutuo era manifiesto y así lo alimentaban en la distancia, esa noche no sintieron prisa alguna. Porque la LIBERTAD de no sentirse obligado absolutamente a nada, el RELAX de no tener que escenificar un plan preconcebido y el limitarse simplemente a DISFRUTAR de cada momento siendo uno mismo y sin esperar nada más, fueron las mejores sensaciones que sin duda compartieron.

Por cerrar, cerraron hasta el parking, donde simplemente aprovecharon para… DISCUTIR.
Discutir acaloradamente y con argumentos contundentes, si hacerlo en la primera cita era o NO lo adecuado… Y podría decirse que no pararon de discutirlo, ni tan siquiera mientras él le comía el coño a aquella dulce zorra viciosa, o ella se divertía saboreándole la polla antes de follárselo. Está claro que no hay nada como una buena... CONVERSACIÓN.


No recuerdo si al final llegaron a ponerse de acuerdo en sus conclusiones. Quizás consideraron oportuno seguir discutiéndolo en una hipotética segunda cita… Cita que, como en la primera, ambos sabían que podría haber finalizado perfectamente, sin tan SIQUIERA haberse dado un beso…

… ¿verdad, Apolo?

Para ti, Apolo.
Por nuestro reencuentro.