sábado, 6 de diciembre de 2008

CAFE DE SOBREMESA


ASÍ LO TOMÉ YO: Solo, con dos de azúcar.

Habíamos quedado para tomar un café a media mañana, pero al final acabamos tomándolo a su verdadera hora, que es después de comer… JUNTOS.



Poco antes, nos habíamos encontrado por primera vez en una conocida plaza madrileña, cerca de su trabajo. El día estaba gris, casi lluvioso, y la plaza desierta y tranquila en un Madrid siempre bullicioso, me tenía totalmente absorta. De pronto, alguien se acercó a mí, susurrando apenas mi nombre con cierta timidez en forma de PREGUNTA… Asentí.

Sí, en efecto, Cire era yo.

Le conocía y le admiraba hacía ya tiempo a través de sus PALABRAS y de su trabajo. Curiosamente sabía aspectos de lo más privado sobre sus deseos y emociones, y sin embargo, no conocía ni su voz, ni su rostro… y hoy, por fin, le tenía ante mí. Tenía el pelo largo, unos increíbles ojos azules, y una tez aniñada que me SORPRENDIÓ, quizás porque jamás le habría imaginado así. Y todo el mundo sabe lo mucho que me gusta que me sorprendan.

Entramos en un local muy acogedor para tapear algo… solo que el aperitivo pasó a ser comida, y a la comida le siguió un café. El CAFÉ que tanto tiempo llevábamos planeando compartir.



Hablamos. Hablamos mucho, y de forma distendida. Lo cierto es que realmente me sentía cómoda con aquel chico, con el que de alguna forma había COMPARTIDO antes tantas otras palabras, sentimientos y situaciones morbosas. Charlando de un modo tan normal de temas que otros como poco calificarían de escabrosos. Y creo que la sensación fue recíproca.

No pude evitar sentirme atraída por su natural timidez, casi tanto como por su boca, su mirada o sus manos, aunque lo que más me gustó fue confirmar que su mente era tan ABIERTA como tantas veces en sus relatos había demostrado. Y eso sí que realmente me sedujo, aunque no creo que él lo notase en ese momento.

El tiempo pasó deprisa, y nuestro café terminó también a su hora, para poder acudir a otra cita ineludible de esa tarde. Una LÁSTIMA, pues no me hubiera importado en absoluto haber compartido un poco más de tiempo juntos, derrochando confidencias al oído en un lugar más tranquilo.

En cualquier otro lugar donde tenerle frente a frente, arrodillados en el suelo uno delante del otro. Donde poder observarle en silencio, ABIERTAMENTE, sin bajar la mirada… donde poder acercar mis manos para acariciar sus mejillas blancas, su sensual boca carnosa… donde poder soltarle y revolverle el pelo, con mis dedos, libremente, y acariciar su nuca traviesamente hasta hacerle estremecer… donde morderle el cuello, besar sus labios, y sentir erizarse nuestros cuerpos al susurramos al oído esas SECRETAS perversiones que nos encantaría realizar juntos.


Al despedirnos, nos dimos tímidamente los dos besos que, curiosamente, no nos habíamos dado aún al conocernos... Aunque te juro, que si tengo ocasión la próxima vez, te secuestraré esa BOCA que ya persigue mis pensamientos.

Para Shan.
Por el café más deseado del mundo.

***

Y ASÍ LO TOMÓ ÉL: Cortado, pero con poca leche.

Finalmente se alinearon los planetas y llegó el momento de compartir mesa, miradas y confidencias con ella. El encuentro ya había sido cancelado otras veces por inevitables compromisos de última hora, pero esa mañana por fin pude conocer en persona a una mujer capaz de estimular mi imaginación con sus historias; a la vez inocentes y a la vez morbosas. Meses leyéndola me bastaban para saber que no sólo no era una mujer con fantasías corrientes, sino que además tenía una sensibilidad que le hacía abordar esas fantasías poco corrientes desde una perspectiva muy especial.



No sé por qué me imaginaba a alguien mayor. Era una fría mañana casi invernal. Las hojas mojadas cubrían los adoquines, y se veía muy poca gente por la calle.
Cuando llegué a la plaza sólo vi a una chica, de espaldas. Pelirroja. Joven. No me cuadraba. Dudé. Volví mirar a mi alrededor, pero no había nadie más allí. Le pregunté, muy poco convencido. Girándose clavó sus ojos en los míos y asintió. Por un momento su mirada me dejó congelado. Y de repente todo empezó a fluir de una manera muy natural.

Cuando me di cuenta estábamos tomando unas cervezas y pidiendo algo de comer. No podía dejar de mirarla fijamente a los ojos. Unos ojos difíciles de describir, entre verdes y color miel... unos ojos tremendamente expresivos, dulces y a la vez juguetones. Pelirroja y ojazos.



Y llegó la comida. Comida, cerveza, y conversación... Mucha conversación. De forma espontánea estábamos charlando en un bar, en voz alta, de temas poco comunes... Era extraño, conocíamos nuestros secretos y hablábamos de ellos sabiendo que con muy poca gente podíamos hablar así. Compartíamos muchas fantasías, muchos fetiches y muchas fijaciones. Surgían miles de posibilidades. Fantasías largamente postergadas que podrían hacerse realidad. Pero saltábamos de un tema a otro sin ningún orden, sin concretar, sin definir. Igual bromeábamos sobre nuestra común afición por la lencería como de mi trabajo o su familia. Pasábamos de comentar lo guapas y femeninas que son algunas transexuales a hablar de lo caro que es vivir en Londres.

Y es que no podía dejar de mirarla, de contarle, de escucharla. Era una chica que seducía sin darse cuenta. Como una cualidad innata. Un don natural. Seducía con sus palabras. Seducía con su mirada. Seducía con cada entonación, cada roce casual, cada broma. Y es que no son nuestras ideas lo que seducen, sino nuestra actitud.

Lamentablemente se pasó la comida volando. Apuramos los minutos hasta que otros compromisos nos permitieron. Ya en la calle, en el momento de despedirnos, casi a bajo cero descubrí un nuevo brillo en sus ojos. Nos dimos dos besos; en las mejillas, como corresponde.
Pero eran sus labios lo único que yo veía.



Después de planear sofisticadas fantasías y dulces perversiones mi impulso era tan sencillo como atrapar su labio inferior entre los míos. Firmemente. No dejarlo escapar hasta sentir la calidez de su cuerpo pegado al mío, mis manos en su melena. Pelirroja. Aspirar su perfume, volver a besarla hasta por fin separar nuestros labios y descubrir un brillo nuevo, por segunda vez, en sus preciosos ojos. Y por fin poder susurrarle unas pocas palabras al oído... con el hilo de voz que me permita mi respiración entrecortada.

Para Cire.
Por el próximo café, más deseado aún que el primero.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

SAYONARA TAIKO SUKI

Al sur de la ciudad de Tokyo, junto a la desembocadura del río Sumida, existe un parque conocido como el JARDIN DE HAMA. En él, escondido entre la vegetación, el salón de té Nakajima parece flotar sobre un precioso estanque, y es posible degustar té verde y dulces, en un entorno idílico. Algunos días al año, incluso, es posible para el turista poder admirar la bella ceremonia tradicional del té japonés.
Cuando por motivos de trabajo me desplazaron a Tokyo, tuve la inmensa suerte de disfrutar de la hospitalidad de sus gentes. Mis colegas japoneses se desvivían literalmente por mostrarme lo más bello de su cultura, y así fue como visité la parte más ruidosa y moderna de la capital, donde imperaba el nuevo ambiente “chic” japonés, el diseño y la vanguardia. Pero también los templos y jardines más hermosos, las pagodas y los bosques de bambú, del Japón más tradicional que todos guardamos en nuestra imaginación. Incluyendo una visita especial y PRIVADA para conocer la ceremonia del té.

La ceremonia japonesa del es una forma ritual de preparar té verde amargo que se sirve a un grupo muy reducido de invitados, en un entorno armonioso y tranquilo, con la firme convicción de que cada encuentro debe ser ATESORADO en la memoria, ya que no podrá volver a repetirse. Quizás por ello yo siempre recordaré de una forma tan especial aquella tarde, en que fascinada recibí mi primera taza de té japonés de manos de la encantadora TAIKO.



A pesar de vestir sus mejores galas de fiesta, con su kimono bordado y su tocado típicamente japonés, la inmensa simpatía de sus ojos rasgados y de sus palabras, denotaba que no se trataba de una japonesa al uso. Cuando finalmente nos presentaron, descubrí también que Taiko sentía la misma FASCINACIÓN y curiosidad por la cultura occidental que yo por la cultura japonesa, por lo que surgió una especial vinculación entre nosotras casi al instante, y decidimos aprovechar el tiempo libre de mis días de estancia en su país para compartir tiempo y experiencias juntas. Y así lo hicimos.


Aquella mañana de noviembre amaneció desagradablemente lluviosa, por lo que nuestra excursión prevista en un principio, se vio finalmente frustrada. Cuando Taiko llegó a la habitación de mi hotel para recogerme, me pilló dándome los últimos toques de maquillaje. Noté que ella me miraba como de reojo, y cuando finalmente me volví hacia ella, interrogante, me dijo que ojalá tuviera mis grandes ojos verdes, y tan REDONDOS, para pintarse así… Yo le sonreí, divertida por la ocurrencia, y le dije que ojalá tuviera yo sus preciosos rasgos orientales y su piel perfecta de PORCELANA, para poder lucir como una verdadera geisha tal y como la vi yo la primera vez, en aquella ceremonia del té… Entonces ella, en su perfecto inglés me dijo:

- “Yo podría cumplir tu SUEÑO… si tú quieres” – Y esbozó una sonrisa acompañada de una pequeña inclinación de cabeza.
- “¿Qué quieres decir…? ” – Pregunté sin saber realmente a qué se refería.
- “El plan de hoy se ha fastidiado, pero… si te apetece al menos puedo enseñarte una casa japonesa…”– su dulce voz denotaba una pizca de entusiasmo contenido que me sorprendió.
- “Por supuesto, Taiko, me ENCANTARÍA…” – respondí ilusionada con una amplia sonrisa.
Y así fue como emocionadas y entre risas, nos pusimos en camino hacia SU CASA. Tomamos un taxi bajo la lluvia, hacia la zona norte, donde ella vivía, en una pequeña casita baja con un jardín precioso. Nos descalzamos al atravesar la puerta, como es costumbre, y así fue como entré en su pequeño universo personal, una coqueta estancia donde esperé sentada en el suelo mientras ella iba a cambiarse en la habitación contigua.

Cuando volvió, me quedé sin palabras: la tenue luz de la mañana gris se filtraba por el ventanal, y allí, ante mí, estaba de pie la mujer MÁS BELLA que pudiera recordar en ese instante, descalza, con su larga y lacia melena negra, cayendo sobre un precioso kimono color verde agua que la favorecía lo indecible. Por un momento, os juro que creí vivir una APARICIÓN...



- “También he traído uno para ti…” - Cuando reaccioné, vi que señalaba su brazo izquierdo, del que colgaba una preciosa prenda de color rojo, muy brillante.

- “Es para que te lo pruebes… quizá así puedas sentirte como una verdadera princesa japonesa…” – sonrió – “PÓNTELO, yo te esperaré en aquella estancia…” – señaló.

Y con pasos diminutos y ligeros, desapareció tras la puerta traslúcida.

Algo asombrada, pero decidida a averiguar qué encerraba el cuarto contiguo, me desembaracé de mi ropa y con sumo cuidado me dispuse a enfundarme en aquella deliciosa prenda de SEDA. Lo cierto es que era una verdadera caricia para la piel, pero como diría el refrán “aunque la occidental se vista de seda…” vaya, que me faltaba un mundo o dos, para igualar la gracia y el porte de una GEISHA.

Me dirigí a la habitación contigua, conteniendo la respiración al cruzar el umbral. Taiko estaba arrodillada sobre la cama (un futón, realmente, casi a ras de suelo), sosteniendo una cajita roja lacada, y me invitó a sentarme frente a sí. Imitando su postura, me arrodillé sobre mis talones junto a ella.

- “Date la vuelta…”- susurró. Yo obedecí sin mediar palabra.

De pronto, SENTÍ cómo su mano tomaba mi coletero y lo deslizaba LENTAMENTE hacia abajo para soltarme el pelo. Luego, con un cepillo en la otra mano, empezó a desenredarme pausadamente la melena. El sonido suave y CADENCIOSO de las cerdas de crin, me subyugaba, casi tanto como el imperceptible ROCE de sus dedos entre mis cabellos... Y no sabría decir bien por qué, pero en mi interior empezaba a sentirme deliciosamente inquieta…

- “A ver, date la vuelta… sí, mucho mejor”

Taiko abrió su cajita, y sacó un montón de pequeños tarritos que pausadamente fue colocando cerca de sí… Yo permanecía en silencio, expectante. Me brindó primero una toallita húmeda con la que retirar cualquier rastro de mi maquillaje occidental, y así lo hice. Luego, me pidió que CERRARA los ojos. Taiko tomó una especie de crema entre sus manos, y comenzó a RECORRER todo mi rostro con la yema de sus dedos, con movimientos dulces e INFINITAMENTE lentos, desde la frente hasta las sienes… de los párpados a las mejillas… del mentón a los labios… del cuello a la nuca… En ese instante mi piel se REBELÓ, y me estremecí completamente desde lo más profundo de mis ser, en respuesta a lo que para mí fue la caricia más intensa y SENSUAL que jamás había experimentado.

Abrí los ojos, despacio... Taiko seguía apenas a un palmo de mí, clavando su mirada rasgada FIJAMENTE… No podía creer lo arrebatadoramente bella que era aquella mujer, frente a frente.
Sentí mi corazón palpitar frenético, ACELERARSE a la par que mis pensamientos, mientras mis brazos LUCHABAN contra el deseo de tomar su carita perfecta entre mis manos y acercarla a mí hasta rozar sus labios, dulces y pequeños… contra el deseo de aspirar el goloso aroma DULZÓN a talco de arroz que emanaba de su piel de seda… el deseo de DESLIZAR mis dedos por su cuello virginal para perderme entre los pliegues verde agua de su kimono… Mi mente luchaba desesperadamente contra el deseo de DESCUBRIR sus pechos blancos y suaves como el algodón, meciéndose entre mis manos… contra el deseo de PASEARME lentamente por cada uno de los rincones de su delicada piel de terciopelo… o contra el brutal y ARDIENTE deseo de alcanzar su secreto jardín de loto para embriagarme con su humedad, mientras hundía mis deditos en él provocándole un leve gemido… ¡¡Dios mío, aquella mujer me estaba haciendo enloquecer literalmente de DESEO!!

Pero en lugar de obedecer a lo que mi mente y corazón me pedían en ese momento, mis manos temblorosas SÓLO acertaron a retirarle un mechón de su rostro. Sabía que cualquier caricia más allá, podría ser considerada por la cultura japonesa como una verdadera ofensa. Ella sonrió, sin apartar la mirada, porque al igual que yo, SABÍA que ni siquiera la férrea cultura japonesa podría arrebatarnos nunca el goce de haber sentido, lo que en ese instante infinito COMPARTIMOS.

Y tras empolvarme la cara, suavemente, me puso rubor en las mejillas y en los labios, me perfiló los ojos con un lápiz de carbón negro, y me dibujó unas cejas más gruesas y arqueadas. Luego, me brindó sonriendo un pequeño espejo. El resultado no dejaba de ser curioso. Por un instante, juraría que me vi convertida en una VERDADERA japonesa.


Para ti, TAIKO.
Por los momentos irrepetibles que juntas atesoramos.

miércoles, 15 de octubre de 2008

RUTA ALTERNATIVA

¡¡Por fin habían llegado las VACACIONES…!! Unos pocos y esperados días de descanso que J y yo habíamos decidido aprovechar para viajar a lo largo de la costa, y disfrutar de su nuevo y flamante BMW Z4 descapotable.



Generalmente no solíamos desviarnos de las autovías correspondientes, pues íbamos un poco a tiro hecho, pero ese día, nos habíamos levantado sin prisas y vimos en el mapa una ruta ALTERNATIVA que nos pareció interesante. Así que decidimos seguir a través de una carretera secundaria que se presentaba excepcionalmente bonita.

Dicho y hecho, iniciamos la ruta dispuestos a conocer nuevos parajes y rincones encantadores. Y realmente lo eran, así que valió la pena. Lo cierto es que después de un par de horas o tres visitando los lugares recomendados, se nos hizo casi la hora de comer. Estábamos cansados y hambrientos, así que paramos a tomar algo en un bar de carretera. El sitio era pequeño pero muy acogedor, y mientras dábamos buena cuenta de un típico plato de la tierra, me FIJÉ de pronto en una mesa contigua donde estaba comiendo un tipo solo. Estaba de espaldas (¡y qué ESPALDAS, por favor!), llevaba una camisa a cuadros blanca y roja, arremangada, y era imposible no fijarse en sus enormes BRAZOS, musculosos y bien torneados. Además, llevaba un curioso tatuaje TRIBAL rodeando su bíceps izquierdo.

Le comenté a J mi interés por nuestro vecino de comedor, y nos echamos unas risas pensando que era como tener delante a un Vin Diesel con pelo, salido de una película de leñadores canadienses, jajaja… Pero, ¿cómo SERÍA una vez se diera la vuelta…? Seguro que nos estábamos imaginando que era un macizón estupendo, digno de nuestras mejores fantasías, y luego resultaría ser un callo… (eso sí, un callo con una espalada y unos brazos interminables, que me hacían SOÑAR despierta, y que tan sólo imaginarme entre ellos… buf, ya me sentía estremecer).



Nuestro amigo acabó su comida un poco antes que nosotros, y cuando se levantó para marcharse, pudimos verle al fin y resolver nuestras dudas. Era un tipo de unos 40, moreno, con unos ojos negros de mirada profunda, atractivo y de cuerpo bien definido. Sin duda muy, MUY interesante... Una pena que se marchara tan pronto.

Nos trajeron el café, y J empezó a juguetear con sus manos bajo la mesa… mientras, me susurraba al oído qué hubiera podido ocurrir con nuestro supuesto “leñador canadiense”, allí mismo, en el baño del restaurante, por ejemplo… Yo dejé volar mi imaginación con las palabras de J y me puse realmente CALIENTE.

Acabamos nuestros cafés y decidimos continuar viaje. Retomamos la ruta, pero mi sangre estaba todavía ARDIENDO y necesitaba algo más que unos kilómetros con el viento en la cara, para refrescarme. J, consciente de ello, mientras conducía y para mi deleite, proseguía con su historia, así que me levanté la falda del vestido, poco a poco… luego me bajé las braguitas, todo muy DESPACIO… y empecé a masturbarme a su lado. A mí me encantaba provocarle y saber que algo en su entrepierna se revolvía, mientras en cada cambio de marcha, aprovechaba para meterme mano sutilmente. J sabía que NO DEBÍA apartar la vista de la carretera... pero NO PODÍA evitar clavar furtivamente su mirada lasciva en mis muslos. Yo recliné aún más el asiento para facilitarle también el acceso a mi escote, y él respondió a mi invitación bajándome los tirantes del vestido. Su mano JUGABA ya sin disimulos con mis pechos, mientras yo seguía exprimiendo con mis deditos mi coño totalmente empapado. Aquella situación me excitaba muchísimo.

No tardamos mucho en alcanzar un camión y de pronto, cuando me disponía a taparme un poco, J ordenó:

-“No lo hagas…”

-“¿Hacer el qué...?”

-“ TAPARTE… Quiero que el camionero te vea tocarte desde la cabina…" - dijo traviesamente


Una sola mirada CÓMPLICE bastó para entendernos, así que, con toda la intención, me subí aún más el vestido justo cuando comenzábamos a adelantar al camión. J bajó un poco la velocidad para que el adelantamiento fuera más LENTO de lo normal y el conductor pudiera fijarse bien... pero que MUY bien. (Vamos, ¡¡¡como si pudiera pasar desapercibido un deportivo descapotable con una tía semidesnuda tocándose en el asiento…!!!)

Yo estaba totalmente a mi bola, disfrutando del morbazo del momento, cuando de pronto miré hacia arriba y me fijé en el brazo apoyado en la VENTANILLA de aquel camión.



No podía ser… Pero si… ¡¡yo conocía esa camisa arremangada!!... ¡¡y también ESE bíceps tatuado que me ponía de los nervios…!! Sólo de pensar que era ÉL el conductor, el tipo del bar quien me estaría viendo ahora así, desnuda, abierta, OBSCENA y entregada a mi placer, me excité de tal forma que me corrí, me CORRÍ gimiendo desesperadamente a su lado, mientras J aceleraba adelantándole al fin.

Pero yo seguía excitada, muy excitada, y quería MÁS, por lo que pedí a J que parase en la siguiente gasolinera porque me moría por follarle. Él, completamente empalmado seguía JUGANDO con su mano, o metiéndome algún dedito para no dejar que me enfriase. Paramos en la siguiente área de descanso, y en un lugar retirado del propio aparcamiento, acabamos haciéndolo salvajemente sobre el asiento. Fue realmente liberador.

Yo estaba EMPAPADA. Salí y me dirigí al baño de detrás de la gasolinera, para limpiarme y reacomodarme el vestido. J dijo bromeando que no tardase mucho, que “ya nos conocíamos” y quería seguir viaje… o de lo contrario, iría a BUSCARME y volveríamos a hacerlo allí mismo otra vez.

La verdad es que la idea me encantó, así que por supuesto que me entretuve un ratito… Los golpes de nuestra CONTRASEÑA en la puerta no se hicieron esperar. Sonreí. Abrí el pestillo con cuidado y me coloqué detrás de la puerta, para dejar entrar a J

Solo que NO ERA J.

Me quedé de piedra. Allí, delante de mis narices, estaba el tipo del CAMIÓN. Algo asustada y sobre todo, sorprendida, me armé de valor y le pregunté qué coño estaba haciendo allí.

-“Paré en la gasolinera y vi vuestro coche… Hablé con tu amigo y me dijo que estabas en el baño, tocándote… y que estarías deseando follarme…”

Sonriendo para mis adentros, maldije al cabrón de J por su descabellada idea... Aunque él estuviese fuera CONTROLANDO, ¿en qué estaba pensando para dejarme de ese modo a merced de un desconocido? Mejor no saberlo… aunque podía imaginarlo.

-“Mi amigo está loco. Y tú, mucho más por presentarte así y seguirle el juego -dije tajante- Pero ¿tú de qué vas?”

Mi voz se esforzaba por ser dura y cortante, pero su mirada me estaba derritiendo por momentos… y sus brazos, joder, ESOS benditos brazos, me tenían hipnotizada…

-“Ei, eeei... Cuando te vi desde el camión, no imaginas cómo me pusiste… Yo sólo quería saber si era CIERTO lo que dijo tu amigo… lo de tu fantasía conmigo… nada más”. Sus ojos permanecían clavados en mí.

-“¿Y… si lo fuera?” – pregunté desafiante

-“Entonces, ¿te conformarías con una fantasía teniendo delante al original?”- Sonrió dando un paso al frente.

-“Pues depende… DEPENDE de si el original sería capaz de cogerme con sus enormes brazos y follarme de pie, aquí mismo… AHORA”


La sola idea de que pudiera llegar SIQUIERA a intentarlo, me volvía loca... Y más que me volví cuando en apenas un segundo, sus enormes manos me cogieron en volandas por el culo, y sin darme cuenta, me encontré cara a cara frente a él, JADEANDO y rodeándole el cuello con mis manos.

-“¿Preparada…? – susurró en mi oído mientras yo asentía excitada – Entonces, ¡¡agárrate bien, cariño… empieza lo bueno!!”


Para ti, J. Por las excitantes rutas alternativas.

Y para mi “leñador canadiense”... por el mejor polvo entre tus brazos sin dejarme rozar el suelo ni de puntillas.

jueves, 25 de septiembre de 2008

EL BANQUETE (Epílogo)

La escena era realmente increíble. Aun rememoro en mis momentos más íntimos, a V realmente preciosa vista desde atrás, con su vestido rojo arremangado hasta la cintura, dejando ver sus nalgas blancas y perfectas, escondiendo un coñito ardiente que mis amigos se ocupaban de penetrar una y otra vez… Parece que finalmente sí disfrutó de su REGALO de cumpleaños.

Yo por mi parte, me la hubiera comido ENTERA, de arriba abajo, y hasta treinta veces, una por cada uno de sus años. Pero esa no era su fantasía, sino la mía. La única licencia que me tomé fue acariciar su sexo empapado por encima de sus braguitas, pues realmente no me pude resistir. Porque esa noche, aunque ella no lo supiera, era YO la que estaba ciegamente supeditada a sus órdenes, y no al revés, para conseguir satisfacer una de sus más íntimas fantasías.

Cuando tras el polvo multitudinario V cayó exhausta sobre la mesa, se quitó al fin la venda, y saludó a todos los invitados. De hecho, creo que finalmente M la acompañó a casa para seguir con la “jornada gastronómica” en privado... Yo me despedí de todos ellos con una sonrisa cómplice, agradeciéndoles su asistencia y su buen hacer. Luego, me quedé un poco más charlando y recogiendo con Mark aquel pequeño desaguisado, para que no tuviera ningún problema.

-“Madre mía, jamás había vivido algo así…” – soltó finalmente Mark rompiendo el silencio.

-“¿Y qué te ha parecido?” – pregunté pícaramente

-“Buff, ha habido momentos en que no he podido evitar… ya sabes… excitarme” – confesó señalando su pantalón – “¿Acaso tú no...?”

- “Jajajaja… ¡¡Ya lo creo!!… me temo que yo también me he puesto a cien…”

-“Y entonces, ¿por qué no participaste? Tú eras la que mandaba aquí, y había chicos de sobra… no sé, no lo entiendo…”

-“Porque esta noche, Mark, yo era la GUARDIANA del placer de V, no la protagonista del mío… Da igual si lo entiendes o no…. Además, me parece que tú haces muchas preguntas, ¿no?” – sonreí divertida

- “Bueno, pues entonces la última…” – lo dijo despacio, como midiendo la frase, y su mirada decía mucho más que todas sus palabras con su inglés perfecto- “¿Qué haces esta noche?”

-“Pues aplazar un poco más mi placer… Porque, ¿no creerás que fue casualidad ELEGIRTE expresamente a ti, para que fueras hoy MI camarero, verdad?” – dije con intención.

Sonriendo, y visiblemente excitado con lo que la noche prometía, Mark concluyó:

- “Dame 15 minutos y te llevo a casa… y mañana, si quieres, te serviré el desayuno.”



Para ti, V, para que sigas disfrutando de cumplir años.
Para ti, Mark, por una noche deliciosa y un desayuno de lujo.
Y para mis incondicionales A, M, S, J, P y R… porque os quiero tanto como os deseo.

lunes, 15 de septiembre de 2008

EL BANQUETE (II)


Mi nombre es V. Conozco a Cire desde hace años, y para mí es una persona muy especial. Por eso, cuando me pidió si podía relatar lo que sentí en mi 30 cumpleaños para su blog, no pude negarme. De hecho, creo que no conozco a nadie que se niegue a nada que ella te pida, pues lo hace de forma tan especial, que realmente deseas cumplirlo en ese mismo momento. Así que os contaré mi experiencia.

Cuando Cire me dijo que quería organizarme una fiesta de cumpleaños con algunos de sus amigos, me pareció genial, aunque hubo un momento en que dudé pues viniendo de ella podía esperarme cualquier cosa… Para empezar, ya me quedé muerta cuando me dijo que me esperaba a las 8 en el restaurante más chic de la ciudad, con el vestido rojo que me habían regalado. Así que después de trabajar, me acicalé a conciencia: un buen baño, perfume del caro, ese maquillaje que te favorece, tacones de infarto, y hala, ¡lista para sentirse como una diva dentro de mi vestido nuevo! La verdad, vista así, no me sentaban tan mal los 30…

Cuando llegué, estaba intrigadísima por ver qué me habrían preparado. Y más cuando antes de entrar en el comedor, Cire me vendó los ojos, y no paraba de hacerme preguntas un poco raras que al principio me tomé un poco a cachondeo, porque en ese momento aún no sabía lo que me esperaba… vamos, es que ni podía imaginármelo. La cuestión es que le prometí obedecerla ciegamente (y nunca mejor dicho) a partir de ese momento. Y desde luego, no me iba a arrepentir de ello.

Entramos juntas en el comedor, yo un poco a tientas, y Cire saludó a todos. Luego, me llevó a mi sitio y me pidió que me sentara. Una vez ya sentada, dio unas instrucciones para la cena: las dos personas sentadas a mi lado empezarían a darme de comer y beber y se irían turnando para así ir conociendo yo a todos los invitados. De entrada me pareció una idea de lo más divertida, así que me dejé alimentar por aquellas personas anónimas que se me iban presentando y me daban a probar diferentes platos. Yo sólo oía sus voces, pero ninguna me sonaba conocida, así que en lugar de sentir vergüenza por la situación, me relajé, y me dediqué a ligotear un poco con el “alimentador” de turno. Todos eran encantadores, la verdad, me reí muchísimo, y la comida… ¡¡estaba de escándalo!! Por no hablar del vino, que entraba con una facilidad pasmosa, aun a ciegas…

Y aunque suene a excusa barata, no sé si fue el vino, el buen rollo con la gente, el sentirme protagonista, o qué, pero recuerdo que las sensaciones me invadían y las voces de un par de chicos que me susurraban al oído, me estaban poniendo a cien… Y aunque ya casi me había olvidado de Cire, de pronto oí su voz detrás de mí preguntándome qué tal lo estaba pasando… Pues genial, desde luego, y eso que aún no habían llegado los postres… creo que jamás había tomado una fresa de forma tan erótica… ¿Y la tarta? Confieso que los labios de M la primera vez me pillaron totalmente por sorpresa, pero la verdad, en ese momento, deseaba comerme tanto esa tarta como su boca, así que le devolví el beso sin pensármelo.

Pero de pronto me asaltaron las dudas y me puse un poco nerviosa… ¿en qué iba a acabar todo aquello? Por un lado, me apetecía seguir besando a aquel tío desconocido, pero ¿qué iba a pensar Cire si en la fiesta que me había preparado con tantas ganas voy yo y me dedico a enrollarme con uno de sus amigos? ¡¡¿Y qué iban a pensar los demás si encima lo hacía allí delante de todos…?!!! Estaba ya a punto de bloquearme, cuando de pronto noté la mano de Cire en mi hombro, y su voz en mi oído. Era como si hubiera leído mi mente, y sus palabras eran como un bálsamo que tranquilizó todas mis dudas. De hecho, ella lo había preparado y previsto todo, y me invitaba a dar rienda suelta a mis deseos… Entonces caí en una conversación meses atrás, cuando le hablé de mi fantasía de estar con varios hombres a la vez… y de lo imposible de realizarla por temor a lo desconocido, a que la situación se descontrolase… Y ahora, ella me estaba sirviendo MI propia fantasía en bandeja (y nunca mejor dicho), con una seguridad que… En fin, la situación me daba un morbazo impresionante, pero aún así me costaba decidirme… En el fondo, lo deseaba, desde luego, y sólo tenía que decir que sí, pero ¿y si…? Mis pensamientos volaban frenéticos por mi cabeza.

Bueno, pues esta interminable lucha interna duró apenas unos minutos, justo el tiempo en que Cire, con sus palabras, aún no sé cómo, consiguió derribar el último de mis pudores más íntimos. Quizás fue porque realmente sabía que Cire jamás me juzgaría mal por aquello, o porque confiaba ciegamente en ella y en su experiencia en estos temas (la misma que tantas veces en secreto le había envidiado). Así que finalmente, decidí dejarme llevar, dejarme guiar por ella y disfrutar de su regalo. Simplemente debía obedecerla en todo lo que me pidiese… y estaba dispuesta.

Una vez decidida a superar mi reto de aquella noche, se entremezclaron varios sentimientos: por un lado, me relajé porque había asumido esa especie de Carpe Diem, en el que Cire se ocuparía de todo. Pero por otro lado, sentía el gusanillo de la incertidumbre, de lo desconocido, de saber que iba a ser algo superexcitante pero sin saber de qué forma iba a ocurrir… La situación era realmente morbosa. Así que cuando Cire puso sus manos sobre mis hombros, supe que había llegado el momento de abandonarme a sus órdenes… vamos, como hicieron todos los demás. Y me apetecía tanto que comenzase lo que fuera que me esperase, que sin darme cuenta, ya había empezado a mojarme.

De pronto, unos dedos empezaron a recorrerme la boca, estaban untados en nata de la tarta, así que los chupé. Y sentí otros dedos por detrás, bajando por mi nuca, otros pasando por encima de la venda, revolviéndome el pelo, y otros diferentes, está vez acariciándome los hombros, luego el escote…Distintas manos jugaban con mi pelo, mi boca, con las tiras de mi vestido, era superexcitante. Finalmente, una mano, a la que siguieron otras, se adentró entre mis tetas y sentí como entre todos me las acariciaban de una forma increíble. Me estaba poniendo tan caliente, que se me escapó un gemido y todo.


-“V, cielo, levántate un minuto ¿quieres?… -dijo Cire- Ahora déjame que le dé la vuelta a tu silla para alejarla un poco de la mesa… aaasí, muy bien, ya puedes volver a sentarte. Ahora, abre bien las piernas, y no las cierres pase lo que pase… Recuerda, NO las cierres en ningún momento, a menos que yo te lo diga”

Obedecí sus órdenes y noté cómo me subía la falda del vestido, dejando mis muslos y mis bragas al descubierto. Sentí sus dedos acariciarme por encima del encaje… y jolín, no veáis cómo me puso. Y de pronto, antes de que me diera cuenta, ¡¡ya me había quitado el tanga!!! Confieso que por un segundo sentí un poco de apuro, pero estaba tan caliente, que al final venció el morbazo de estar expuesta a merced de aquellos extraños.

-“Chicos, venid todos aquí… creo que V quiere enseñaros algo… Y por favor, atended bien a lo que os tengo que decir”

Oí cómo Cire decía algo al oído de los invitados, como si le diera a cada uno unas cuantas instrucciones. Y de pronto, volvieron a invadirme todas aquellas manos, suavemente, paseándose por mi cara, el cuello, mis piernas, las tetas, los muslos, el ombligo, las muñecas, las ingles… pero ninguna mano se atrevía (seguramente por orden de Cire) a llegar a mi coño, que ardía ya en deseos de ser protagonista. Yo estaba terriblemente excitada y quería más, así que me revolvía y buscaba entre aquellas manos, alguna que se metiera en la zona prohibida, aunque sin mucho éxito… Fue entonces cuando noté unos labios comerme la boca y a la vez otra lengua entrar en mi coño. La sensación fue brutal. Creo que fue la boca de J la que ahogó mi grito de placer. Y así, manos y lenguas se fueron sucediendo en mis labios, en mis pezones, en mi cuello, en mi coño… lo cierto es que ya había perdido la cuenta cuando me corrí por primera vez.

-“Vaya, parece que V está disfrutando de su regalo…” - dijo alguien

-“Así debe ser... –dijo Cire- Ahora, V, como la anfitriona AGRADECIDA que eres, ha llegado el momento de hacer que nuestros invitados también TE disfruten, ¿no crees? Eso sí, deberás tener las manos detrás de la silla en todo momento ¿lo HARÁS, verdad?”

Asentí con la cabeza. Por supuesto que lo haría, realmente no podía (ni quería) negarme a nada de lo que ella me propusiera. Cire se acercó y me preguntó al oído si quería quitarme la venda… pero lo cierto es que el tener los ojos tapados me gustaba tanto, que preferí no hacerlo.

Al instante, a la altura de mi boca sentí unos dedos, y detrás de esos dedos una polla tiesa como un palo dando toquecitos. Me la metí en la boca enseguida, y cuando iba a cogerla entre mis manos, me acordé de la orden de Cire… ¡¡¡Joder, con lo que me apetecía cogérsela, y no podía quitar las manos de detrás de la silla!!! Y para colmo, la polla que jugaba en mi boca se retiró bruscamente… menos mal que luego llegó otra, y tras ella otra y otra más… La excitación me sobrepasaba y a pesar de haberme corrido antes, mi coño estaba a punto de estallar de ganas de ser penetrado, así que intentaba juntar mis piernas alrededor de alguna mano compasiva que se acercaba de vez en cuando a juguetear, pero claro, allí estaba Cire con su voz firme:

-“¡¡¡V… Las piernas bien abiertas y esas manos ATRÁS!!!”

Llegó un momento en que yo estaba tan excitada, que hasta tuve que suplicar:

-“Cire, por favor, ya no puedo más, quiero cogerlas, quiero tocarlas… ¡¡¡quiero que me las metan ya!!! Por favor, por favor…”

-“Muy bien, cielo, entonces levántate y date la vuelta… perfecto… ahora AGÁCHATE un poco… así, sobre la MESA, y bien abierta de piernas y el culito levantado… Esta noche vas a poder tener todo lo que TÚ desees...”

Y así fue, apoyada sobre la mesa y con los ojos aún vendados, como me fueron follando todos desde atrás, uno por uno, unos de forma suave, otros salvajemente, hasta correrse. Y yo también me corrí un par de veces más, intentando ahogar mis gritos con la servilleta. Y confieso sin vergüenza alguna que me encantó. Me encantó sentir embestidas de pollas distintas, gruesas, finas, más cortas, más largas… turnándose para follarme. Jamás creí que diría esto, pero fue la mejor experiencia sexual de mi vida, e increíblemente mejor que en cualquiera de mis fantasías.

Y todo ello se lo debo a la autora de este blog. Cuando os digo que es una persona muy especial, es por algo. Por eso, cuando me pidió si quería contarlo aquí, no pude negarme. Sobre todo, porque nunca antes pude contarle a nadie por qué mi 30 cumpleaños fue en realidad el más especial de mi vida. Y la verdad, ya me moría de ganas.

viernes, 22 de agosto de 2008

EL BANQUETE (I)


En Frankfurt existe un restaurante muy exclusivo, de lo más peculiar: se trata en realidad de 7 pequeños comedores privados, todos de diferentes estilos y que se reservan individualmente para un máximo de 15 personas. Así, se puede elegir entre el salón Primavera, el salón Provenzal, el salón Venecia… Yo, para aquella ocasión tan especial, me decanté por el salón VICTORIA.

Se trataba de una lujosa estancia ornamentada con molduras en techo y paredes, enteladas con brocados exquisitos, y decorada en tonos crema, grises y negros. Una gran lámpara de araña iluminaba suavemente desde arriba el centro de la mesa, interminablemente larga, y dispuesta con todo lujo de detalles, como la del comedor de un palacio victoriano. Además, como en cada sala, tendríamos un único camarero totalmente a nuestra disposición, y el menú acordado subiría de cocina a través de un montacargas individual situado en un rincón de la estancia. Jamás vi en otro restaurante, mayor signo de exquisitez y privacidad. Quizás por ello, cuando lo conocí, tuve claro que sería el lugar perfecto para prepararle a V un BANQUETE inolvidable.

V era por aquel entonces, compañera mía de trabajo, además de buena amiga y confidente. Sentía verdadera curiosidad por algunos de mis episodios más íntimos, aunque luego no podía evitar ruborizarse cuando se los contaba, y precisamente por ello a mí me encantaba escandalizarla, y entre provocación y provocación, siempre acabábamos echándonos unas risas. Una noche, cenando y entre bromas, me dijo que ojalá ella fuera capaz de llevar a cabo aventuras como las mías, y animada por unas copas de buen vino, me confesó no sin cierta vergüenza, una de sus más íntimas FANTASIAS… Su forma de decírmelo, tan bajito, y visiblemente azorada, como un niño revelando el mayor de sus secretos, me enterneció. Y no sólo eso. Sin ella saberlo aún, yo había decidido ya ayudarla a traspasar sus límites, apenas un par de meses después.

Era una noche de mayo ciertamente agradable, ideal para celebrar una cena de CUMPLEAÑOS. El de V. Apenas un mes antes le propuse organizarle una pequeña fiesta con algunos de mis amigos, y cuando V aceptó encantada, yo sonreí. Esa misma tarde reservé el salón Victoria a mi nombre.

Me cité a las 8 con V delante de la puerta del restaurante. Por la mañana, en la oficina, le habíamos regalado un precioso vestido largo de gasa color burdeos, que le quedaba como un guante, así que la animé a ponérselo para la cena. Y así lo hizo. Cuando llegó, la verdad, estaba deslumbrante.

Pasamos adentro y Mark, nuestro camarero, nos condujo por un estrecho pasillo hasta nuestro salón. Antes de llegar, ya se escuchaba una suave algarabía detrás de la puerta. El entró primero, y sonriéndome de forma CÓMPLICE, cerró la puerta a sus espaldas mientras yo me quedaba fuera con V.

- “¿Preparada para celebrar tu paso a los 30?”.

- “¡Claro! Y de qué modo, una fiesta sorpresa…”– suspiró encantada V

- “Antes de entrar - le dije – debes saber que te voy a VENDAR los ojos… Y vas a cenar sin quitarte la venda, para así poner a prueba todos tus sentidos… Pero no temas, esta noche tú eres la protagonista, y aunque vas a probar cosas nuevas, estoy segura de que el MENÚ te va a encantar…”


Por último, mientras le colocaba un pañuelo de seda sobre los ojos, le pregunté:

- “¿CONFÍAS en mí, V?”

- “¡Qué pregunta…! Claro…”

- “¿Pero tanto como para obedecerme en TODO lo que te pida?” – insistí con intención

Ante la firmeza de mi voz, dudó un segundo… pero al instante se relajó y riendo contestó:

- “ Ciegamente… jajaja... Esta noche soy toda tuya…”

- “En ese caso… –dije solemnemente abriendo la puerta- ¡¡BIENVENIDA a tu cena de cumpleaños...!!”


Mark cerró la puerta tras de mí, mientras yo acomodaba a V en su sitio, presidiendo la mesa. Un murmullo generalizado de admiración rompió el silencio al ver a V, quien tímidamente dio las buenas noches.

- “ Buenas noches, amigos, y gracias a todos por aceptar mi invitación para prepararle a V un cumpleaños inolvidable…”

- “ Viniendo de ti, siempre es un placer, Cire…” – comentó uno de los asistentes

Sonreí a J.
En la estancia estábamos únicamente 9 personas.
V presidiendo la mesa. Yo, en el extremo contrario. Otros seis hombres, todos buenos amigos y mejores amantes, sentados a lo largo de la mesa. Y por supuesto, Mark, el camarero, al que ya había dado previamente explicaciones precisas de lo que allí podría acontecer.

- “ Bien, pues ahora que estamos ya acomodados, estas son las REGLAS: los que estáis sentados a cada lado de V, os vais a encargar de darle de comer y beber. Cada uno de vosotros le iréis dando a probar un plato distinto, para lo cual os turnando de lugar. Y tú por tu parte, V, aceptarás lo que te ofrezcan… aunque si en un momento dado algo te disgusta, dímelo, pues todos nuestros acompañantes están aquí para COMPLACERTE y me obedecerán ciegamente… al igual que TÚ. ¿De acuerdo?”

- “ De acuerdo…” -respondió intrigada y divertida…

- “ Muy bien. Entonces, Mark, cuando quieras, sírvenos la cena por favor…”



Mark fue colocando sobre la mesa los distintos platos que yo había encargado, al estilo de un buffé. Mientras el resto de invitados charlábamos relajadamente de nuestros viajes y aventuras, J y S empezaron a darle pequeños bocaditos de las exquisiteces que había en la mesa. Luego, fueron M y R, y finalmente A y P, quienes hicieron lo propio. V estaba entusiasmada con la velada, el vino la había desinhibido un poco, y charlaba y coqueteaba con sus comensales ANÓNIMOS, mientras yo por supuesto, no perdía detalle de la situación.

Tras la primera ronda, me acerqué a V por detrás y le susurré al oído:

- “ ¿Qué tal todo? ¿Te gusta lo que tomas, lo que escuchas, lo que sientes…? ¿lo estás disfrutando?

- “ Buff, ya te digo… hay dos de los chicos, el del marisco y el de la tempura, que tienen una voz que me poneee malíiisima… Dan ganas de…”

- “¿De COMÉRSELOS…? – le susurré pícaramente mientras le acariciaba suavemente el cuello

- “ Pues sí…” - sonrió algo cortada.

- “Entonces… A ver, M, S, venid aquí un momento –les pedí indicando que se sentaran uno a cada lado de V- vamos a comenzar con los postres…”


Me quedé detrás de V. El resto de comensales, si bien continuaron sus conversaciones, no dejaban de OBSERVAR la nueva situación. M me miró y comenzó dándole una fresa con los dedos… V la mordió y lamió divertida aquellos dedos durante un par de segundos.


Luego S tomó un pedacito de tarta, pero esta vez entre sus labios, y lo acercó a los de V… Ella dio un respingo, pero inmediatamente se relajó y se dejó besar dulcemente entre nata y bizcocho, por aquel desconocido.


- “ V-le susurré con cariño al oído- este es mi REGALO de cumpleaños y como ves, es muy especial... ahora TÚ eres quien decide si quieres cumplir esa fantasía tuya, o prefieres dejarla en tu imaginación para siempre… Recuerda que hoy estás totalmente a salvo, pues YO controlaré la situación para ti, y estaré en todo momento a tu lado… y además, sabes que nadie de ellos hará nada que tú no desees…”

- “ Yo… uf, no sé, yo… me da tanto morbo la idea, pero…”

- “ V, dime tan SOLO una cosa… ¿quieres MÁS de lo que has probado hasta ahora?”

- “Yo… – dijo suspirando, y como rindiéndose al fin – Sí… joder, ESE el problema... que SÍ quiero más…”

- “Entonces acepta mi regalo y preocúpate sólo de abandonarte al placer de disfrutar de todo lo que sientas… Desde ahora mismo y en adelante, confía en mí... Por cierto, ¿recuerdas eso de la OBEDIENCIA ciega que me debes esta noche?

V asintió con la cabeza

- "Perfecto… porque ha llegado el momento de empezar a PEDIRTE algunas cosas…"

jueves, 17 de julio de 2008

LAS NOCHES PROHIBIDAS

Aquella primera noche fue realmente para mí, muy, MUY especial. Empezó sintiendo cómo se fortalecía nuestra complicidad, y se hacía cada vez mayor, con un acercamiento lleno de cariño y sinceridad. Y saltándonos la primera regla básica de cualquier manual sobre relaciones prohibidas, nos contamos con naturalidad aspectos privados de nuestras vidas paralelas, esos que según los libros deberían permanecer tan OCULTOS, como nuestros encuentros furtivos.

Te deseaba mucho, tú bien lo sabes… Y ¡¡¡Dios, sí, me ENCANTÓ!!! pegarme a tu boca y besarte largamente como ambos deseábamos desde hacía tanto tiempo, ¿me equivoco?. Cuando entramos en aquel local oscuro, y palpaste mi culo por encima del pantalón, empecé a vibrar de DESEO. Estaba claro que la noche no había hecho más que empezar. Y estaban cayendo las últimas barreras. ¿Lo que más me gustó? Sentirte DETRÁS de mí, ardiéndote la piel de ganas, y susurrándome al oído “hoy quiero tenerte solo para mí”… hmmm… eso me puso a cien.



Me MUERO por volver a tenerte frente a mí, cara a cara, por volver a sentir tus susurros en mi oído, tus besos en mi nuca, tus manos en mi piel... quiero acariciarte lentamente, mirarte a los ojos... y quiero hacerte mío, hasta oírte suplicar “¡BASTA!” de puro deseo contenido.

Quiero que volvamos a fundirnos en uno y retorcernos en mil abrazos imposibles, y acabar GRITANDO al alcanzar de nuevo esos placeres que nos elevan de dimensión, haciéndonos olvidar el mundo exterior, que se agolpa ignorante y estremecido, alrededor de nuestros cuerpos.

Igual que en aquella noche PROHIBIDA.
Como tantas otras noches.

Para ti, J.R.
Por brindarme tu dulzura y fuego, a partes iguales.

viernes, 30 de mayo de 2008

EL REENCUENTRO

Jamás se habían visto antes, pero cuando por fin lo hicieron, esa noche brindaron por SU REENCUENTRO.




Hasta entonces, sencillamente uno sabía de la existencia del otro, se limitaban a perseguir cada uno una pequeña parcela escrita de la vida del otro, y a pesar de no conocerse, habían conseguido por caprichos del destino, hacerse visibles en la distancia hasta llegar al aprecio. Un aprecio real y especial, que sólo puede surgir por alguien a quien reconoces como a un igual y ante quien no hay NECESIDAD de medirse.

Pero que NO exista la necesidad de medirse, no implica que no exista el DESEO de hacerlo. Y ese deseo coexistió de forma palpable toda la noche, junto con la confianza, y comodidad (rayando incluso la DELICIOSA pereza), de dejar fluir las horas junto a ese amigo de toda la vida al que acabas de conocer.




Tanto fue así, que les cerraron el restaurante.
Y luego les cerraron el bar de copas. Y pasearon por una ciudad casi desierta en la madrugada, sin otra intención aparente de ir más allá. Y aunque ambos eran conscientes que desde hacía mucho su deseo mutuo era manifiesto y así lo alimentaban en la distancia, esa noche no sintieron prisa alguna. Porque la LIBERTAD de no sentirse obligado absolutamente a nada, el RELAX de no tener que escenificar un plan preconcebido y el limitarse simplemente a DISFRUTAR de cada momento siendo uno mismo y sin esperar nada más, fueron las mejores sensaciones que sin duda compartieron.

Por cerrar, cerraron hasta el parking, donde simplemente aprovecharon para… DISCUTIR.
Discutir acaloradamente y con argumentos contundentes, si hacerlo en la primera cita era o NO lo adecuado… Y podría decirse que no pararon de discutirlo, ni tan siquiera mientras él le comía el coño a aquella dulce zorra viciosa, o ella se divertía saboreándole la polla antes de follárselo. Está claro que no hay nada como una buena... CONVERSACIÓN.


No recuerdo si al final llegaron a ponerse de acuerdo en sus conclusiones. Quizás consideraron oportuno seguir discutiéndolo en una hipotética segunda cita… Cita que, como en la primera, ambos sabían que podría haber finalizado perfectamente, sin tan SIQUIERA haberse dado un beso…

… ¿verdad, Apolo?

Para ti, Apolo.
Por nuestro reencuentro.

sábado, 15 de marzo de 2008

EL VAGÓN ROSA

Me encanta que dentro del correcto y ordenado mundo de la tradicional sociedad japonesa, exista un verdadero resquicio donde habita libremente la perversión. JAPÓN es un increíble país donde sus gentes rechazan cualquier tipo de contacto físico en público, y muestran un sagrado respeto por los demás, mientras sus mentes calenturientas son capaces de crear las más retorcidas historias HENTAI, de las que soy una auténtica y apasionada seguidora.

Aunque si hay algo que realmente me deleita de los japoneses, es la infinita capacidad que aún tienen para sorprenderme, como con sus imaginativas soluciones para cualquier tipo de problema. Ya se sabe, “a grandes males, grandes remedios”, y si encima están pintados de un llamativo color ROSA, pues mucho mejor. Digo esto porque la red ferroviaria de Tokyo, además de ser mundialmente conocida por los “empujadores” de las horas punta, al parecer en dichas horas, también eran más que conocidos y abundantes los acosadores de señoritas, que se dedicaban a los manoseos y la toma clandestina de fotos obscenas debajo de las faldas de las féminas. Así que, la curiosa solución japonesa para este problema fue reservar los dos primeros vagones de cada convoy en hora punta, únicamente para las mujeres, cosa que se advierte tanto en el vagón como en el andén, con un enorme cartel en color rosa fosforito. En serio, a veces sus ideas son tan absurdas como geniales, jajaja… y por eso los adoro, no puedo evitarlo.



Puestos es estos antecedentes, ya os podéis imaginar que una mente inquieta como la mía, no podía dejar de preguntarse qué pasaría… si una mujer buscara INTENCIONADAMENTE sentir el manoseo de esos pervertidos, aprovechando las aglomeraciones que inmovilizan a los pasajeros… Y así es como comenzó mi aventura.


Mi trayecto no era especialmente largo, apenas me separaban 35 minutos desde el hotel hasta la zona financiera, y creo que no recordaba un vagón de metro tan lleno desde mis años universitarios. Me acomodé en un discreto rincón, de pie entre todos aquellos hombres de anodino e idéntico traje gris, y me puse los cascos de mi ipod. El tren se puso en marcha, y en los 5 minutos siguientes no pasó nada, como mucho algún ligero roce debido al traqueteo y a las dos paradas siguientes casi consecutivas. Sin embargo, a partir de ahí, entramos en un tramo bastante largo entre dos estaciones, donde además de sentir una mayor velocidad, empecé a notar cómo el círculo de hombres que me rodeaba, comenzaba discretamente a estrecharse, hasta dejarme casi inmovilizada entre sus cuerpos…

De pronto, por detrás, sentí una mano sobre mi falda, en mi pierna, a la altura del muslo. Era un contacto leve y muy tímido, pero me encantó la idea de poder cumplir mi fantasía, así que deseando saber hasta dónde podría llegar, intencionadamente me aplasté más contra esa mano INOCENTE en la siguiente curva. El no saber a quien de todos aquellos rostros impasibles y desconocidos pertenecía esa mano, me ponía realmente a cien. Tanto me calenté, y tanto se hizo de rogar el siguiente movimiento, que ya estaba tremendamente húmeda cuando separé un poco más mis piernas para dejar campo libre a esa mano que turbaba mi deseo. Finalmente, así pareció entenderlo, y los primeros roces casuales se convirtieron ya en lentos intentos furtivos de levantar mi falda para llegar hasta mi piel.


Aquella lentitud me exasperaba, pues chocaba frontalmente con mi deseo de acción inmediata, y me obligaba a CONTENER mis ganas de ser traviesa y restregarme descaradamente sobre aquella mano desconocida… y ese ejercicio de contención aumentaba aún más si cabe mi calentura y mi placer…

Un cuerpo se pegó a mí por detrás, de pronto, y sentí claramente su entrepierna hinchada a la altura de mi muslo, mientras por fin sus dedos alcanzaban mis braguitas mojadas.



Nadie a mi alrededor parecía estar haciendo otra cosa que no fuera mirar al techo o a su periódico… pero había dos dedos que empezaron a jugar con mi rajita masturbándome con suavidad. Al momento, apareció desde atrás otra mano que acabó entre mi falda medio levantada, bajándome un poco las braguitas, y llegando hábilmente hasta mi coño sin pudor.

Yo me sujetaba como podía, agarrándome con fuerza a la abrazadera de la barra, pues sentía que mis piernas empezaban a flaquear por el placer… La situación era de un morbazo increíble, y yo llevaba ya un buen rato a punto de correrme... y NECESITABA gemir, y retorcerme con el placer... pero no podía hacerlo -realmente NO QUERÍA hacerlo aún- para no dejar escapar esas manos que tanto goce me estaban regalando…


…manos que ya se deslizaban a su antojo por mi coño, por mis muslos, por mi cintura, por debajo de la blusa sobándome también las tetas… ¡¡¡Dios, es que me encantaba lo que me estaban haciendo…!!! Pero lo que más me excitaba es que NINGUNO de aquellos hombres parecía inmutarse, al contrario, eran cómplices silenciosos que se apretaban con más fuerza aún si cabe contra mí, para cubrirse unos a otros en sus fechorías, mientras TODOS eran conscientes de aquellas manos del que se atrevía a realizar quizás la misma fantasía todos ellos compartían en su mente.



Una locución femenina en japonés anunció la llegada a la siguiente estación. No pude evitarlo y no quise demorarlo ya más: GEMÍ y gemí, ahogadamente, mientras me derretía sobre aquellas delicionas manos, que comenzaron a retirarse entre la multitud con la misma discreción con la que aparecieron. Yo también aproveché para colocarme mejor la falda y cerrar mi chaqueta disimulando así mi blusa revuelta.

Cuando me disponía a salir, y mientras se abrían las puertas de mi vagón, una cálida voz masculina susurró junto a mi oído: "Sayonara okashi onnanoko"... (algo así como “Adiós, mi niña-golosina”...)
Sonreí.
Y sin detenerme ni mirar atrás, me dirigí al vagón contiguo, marcado en color ROSA, para relajarme y así finalizar el resto de mi trayecto.

Por uno de mis países favoritos: JAPÓN.
Porque nadie debería morir sin descubrirlo.

miércoles, 20 de febrero de 2008

NOCHE DE LOBOS


- “¿Dónde vas, linda CAPERUCITA?” susurraban voces anónimas a mi paso.

- “ Voy al bosque, en busca de mi lobo…”

- "¿Y qué es lo que llevas en esa cestita?”

- “ Caramelos y condones para todos…” – contestaba yo, riendo divertida.

- “¿Y no vas a dejar que te acompañe...?” – preguntaban los más osados.

- “ Mejor le haces compañía a mi abuelita…” – respondía yo con picardía.


De este modo tan curioso es como entre laberintos de risas, copas, bailes y fiesta, yo iba siguiendo tus pasos, rastreando tu presencia. Moviéndome despacio acorralada entre manadas de LOBOS hambrientos...

Sintiendo sus ojos lascivos clavarse en lo alto de mis muslos, donde un mini-vestido de vinilo negro dejaba asomar el final de unas medias de red. Sintiendo su morbo a flor de piel y su miedo a ser víctimas de mis tacones de vértigo. Pero no era a ellos a quienes buscaba, no eran ellos a quienes yo deseaba… Esa noche sólo tenía HAMBRE de TI. Un hambre de sexo y seducción, inmensa, desmesurada, sin límite, casi tan FEROZ como la fama que precede al lobo...

Mi lobo....

TÚ.


Nos reconocimos al instante.
Tú por mi capa roja, yo por tu mirada SALVAJE.

Y cuando al fin te encontré, tus garras en mi espalda, tu aliento en mi cuello, tu lengua en mi coño, me recordaron que valió la pena haber cruzado mil bosques oscuros, sin ropa interior, tal y como tú me pediste… Para acabar AULLANDO y devorándonos como animales, frente a todos, aquella noche de locura desatada… Noche intensa y memorable como pocas, fiesta de lujuria y culto a la carne.

Noche de CARNAVAL.

Noche de lobos.

Para ti, J.T.
Por dejarme compartir tus instintos más salvajes.

sábado, 16 de febrero de 2008

SWEET VALENTINE

San Valentín.
Ese día irremediablemte empalagoso para dos.
Que si cenas románticas, que si ramos de flores, que si galletas en forma de corazón, que si “hoy te quiero mas que ayer pero menos que mañana…” Todo eso está muy bien, pero yo, que siempre he creído que el amor está reñido con la CURSILERÍA, vivo siempre ese día como cualquier otro y sin la obligación de sentir que se debe hacer algo especial para demostrar que estás más enamorado que nunca... Sin embargo, en aquella semana admito que me dejé influenciar por toda la propaganda “valentinera”. Y decidí regalarle una noche de San Valentín inolvidable a mi chico, por lo que así es como empecé a prepararle su DULCE sorpresa…

Él era maître de un conocido hotel y ese día iba a llegar de trabajar sobre las 3 de la madrugada. Yo le dije que a esa hora yo ya estaría metida en la cama y él debió pensar que sería durmiendo... Pobre ILUSO, no tenía ni idea de lo que le esperaba...

La tarde anterior me la pasé buscando en mil papelerías unos rollos de celofán transparente rojo con corazones blancos, que al final encontré.

Ya en casa, medí, corté y preparé un enorme envoltorio de celofán, junto con unos grandes lazos, y pedí ayuda a mi vecina y buena amiga S, para llevar a cabo mi plan. No imagináis las risas que se echó cuando se lo conté, y prometió subir a eso de la una de la madrugada a mi casa para ayudarme.

A partir de ahí, me dediqué a prepararme tranquilamente. Primero, escribí una nota para mi amor, y la metí en un sobre. Luego, me di un baño de espuma, me pinté corazones rojos sobre el esmalte negro en las uñas de los pies, y me perfumé con la colonia favorita de mi chico, pues a él le encantaba olerla sobre mi piel. Por supuesto, también me arreglé el coñito, rasurando el vello en forma de corazón (¡qué menos para tal ocasión!). Después de esto, comencé a vestirme y decidí hacerlo como máximo con tres prendas. Así que finalmente opté por unas MEDIAS negras de encaje, junto con la PAJARITA y el CHALECO negro del uniforme de mi chico.... Solo eso, nada más.

Cuando llegó S a la hora acordada, y me vio de esa guisa, no podía parar de reírse… Me ayudó a colocarme en la cama, sobre el enorme pedazo de celofán rojo que yo había preparado, y comenzó a envolverme entera, como yo le pedí. La idea era crear un gran CARAMELO, en cuyos extremos iban atados dos lazos blancos, uno a la altura del cuello, y el otro sujeto a mis tobillos dejando ver mis pies. Y así es como entre risas y cachondeo, S acabó el envoltorio pegando la tarjeta que yo había escrito para mi chico, como broche final. Luego, apagó la luz, me deseó mucha suerte, y se fue dejándome allí sobre la cama de esa forma.

Faltaba casi aún una hora para que llegase mi chico, pero yo estaba tan emocionada con mi SORPRESA, que no tenía sueño. Así que, como estaba metida entera dentro de aquel caramelo a mi medida, brazos incluidos, decidí empezar a jugar con mis deditos... La verdad es que me excitaba mucho recordar cómo me había mirado S el coñito rasurado... cómo lo había tocado inocentemente… y cuando dijo "eso me lo tienes que hacer tú a mí algún día para darle yo la sorpresa a P..." no pude más que pensar en TODO lo que me gustaría hacerle a ella algún día... y también a su P. A pesar de no dejar de acariciarme, tampoco quería correrme, así que siempre paraba antes del momento clave, para mantenerme mojada y excitada al máximo para cuando mi chico llegara...
Y llegó.
Entró despacito pensando que yo ya estaría dormida, y le oí desnudarse con cautela. En plena oscuridad le susurré:
- “No estoy dormida… es más, te estaba ESPERANDO…”

Encendió la lamparita de la mesilla de noche, y no creo que olvide nunca su expresión cuando descubrió al fin su sorpresa... Para empezar, nos reímos los dos a carcajadas, y luego, él leyó la nota un tanto subida de tono que le había dejado en el sobre.
A partir de ahí, comenzó a desenvolverme con calma, primero el lazo del cuello, luego separando cuidadosamente el celofán de mi cuerpo… Cuando me vio completamente con mi indumentaria, y aspiró el aroma de su perfume mezclado con el de mi sexo, su cara de SATISFACCIÓN por el regalo, era ya tan evidente como su tremenda erección. Al final, decidió no desatarme el lazo que ataba mis tobillos, y empezó a lamerme los pies como castigo por haber sido tan mala… Luego, siguió subiendo por mis piernas, hasta meter su lengua entre mis muslos apretados y húmedos. Cuando descubrió el corazón sobre mi coñito, sonrió y jugó maliciosamente con él hasta hacer que me corriera en sus dedos, cosa que hice un par de veces jadeando con furia al poder desatar por fin todo el placer contenido anteriormente...

Y como era de esperar, la noche siguió, revolcándonos y follando como locos sobre una divertida y crujiente colcha de celofán de corazones....
¿Acaso se os ocurre otra forma más "dulce" de celebrar SAN VALENTIN?

Para C.
Porque a nadie le amarga un DULCE

jueves, 24 de enero de 2008

EL GOURMET

Dicen que todo lo que somos, es la suma de nuestras PARTES. Pero también es cierto que a veces, alguna de ellas puede ser tan absolutamente fantástica, que simplemente se convierta en el TODO por el que se nos reconoce.

A y yo, fuimos primero compañeros de trabajo, pero luego, una vez sabida por ambas partes nuestra común atracción por las mujeres, nuestra complicidad y confianza alcanzó tal punto, que me convertí casi sin buscarlo en la guardiana de su gran SECRETO. Cuando me confesaba sus escarceos, los compartíamos divertidos, e imaginábamos juntos cual sería el siguiente paso a dar. Sin embargo, era curioso que él siempre se detuviera y nunca quisiera llegar más allá de un mismo punto, y ese era precisamente, el de SABOREAR el sexo de una mujer.

En verdad, he conocido a pocos amantes como él.
Jamás oí a nadie hablar con tanta pasión y conocimiento del coño de una mujer. Su DEVOCIÓN por explorar y mimar cada rincón, cada pliegue, cada hueco de la divina cavidad, era asombrosa. Escuchándole, una podía imaginarse estar al lado de un alquimista concibiendo un nuevo perfume, y llegar a saborear absorta todos y cada uno de los infinitos matices con que describía minuciosamente el íntimo aroma femenino… un perfume frutal, amaderado, ácido, mezcla de tierra húmeda y dulzor de caramelo, el más increíble de los manjares que él jamás hubiera probado... Se trataba sin duda, de un verdadero GOURMET.

Por aquel entonces, yo estaba loca por otra MUJER, con lo cual, compartir con A mis deseos y fantasías, no sólo era estimulante, sino también de lo más didáctico. Sin embargo, llegó un momento en que en nuestras conversaciones, no sólo compartíamos experiencias, sino que jugábamos a provocarnos mutuamente, de forma casi imperceptible pero muy, muy CERTERA. Así, al final de cada una de ellas, yo me iba a casa realmente alterada, y en mi interior no deseaba otra cosa que no fuera sentir sus labios y su lengua recorriendo mi sexo... Y él, acababa igualmente soñando con mis piernas abiertas y mi coño DESNUDO dispuesto a su merced. Los dos éramos perfectamente conscientes de que eso acabaría ocurriendo… la única incógnita por resolver era el CUANDO.

Una noche después del trabajo, A y yo nos fuimos a tomar una copa juntos al bar de siempre, pero estaba cerrado, así que decidimos tomárnosla en su casa. Allí nos relajamos y empezamos una de nuestras conversaciones, como otras tantas veces, solo que esta vez estábamos acurrucados en el sofá, a media luz y susurrándonoslo todo al oído… Creo que los dos sabíamos lo que queríamos, pero para asegurarme, empecé a contarle con toda mi intención y sin omitir detalle, cómo esa misma tarde antes de entrar a trabajar había estado con mi chica jugando... cómo nos habíamos tocado... y cómo habíamos estado RESTREGÁNDONOS nuestros sexos uno contra otro hasta llegar al orgasmo… El se puso excitadísimo, y con su mirada más perversa me preguntó:

- "Oh, Dios, dime que después de ello no te has duchado… "

Sonriendo, y disfrutando del impacto que sabía produciría en él la respuesta, le contesté maliciosamente:

- “Hmmm... como llegaba tarde a trabajar NO me ha dado tiempo… una pena… ¿no crees?”

En ese punto, y sin duda alguna ya, nos abandonamos a una PASIÓN totalmente desenfrenada. Sin apenas quitarnos la ropa, nos abrazamos, nos besamos, nos acariciamos, y sin embargo, A, esquivó deliberadamente rozar siquiera mi sexo en todo momento, lo cual me hacía desearle aún MÁS. En un instante de inesperada calma para recuperar el aliento, él se hincó de rodillas y se abrazó a mis braguitas ya empapadas, como quien se prepara para degustar el postre más delicioso. Sentí cómo inspiraba mi aroma con verdadera devoción, y cómo empezó a acariciarme con un dedito increíblemente hábil, luego con dos, por encima de la blonda de encaje. Después, me bajó la braguita hasta las rodillas, y me separó las piernas con delicada firmeza. Hundió su cabeza entre mis muslos y empezó a desplegar todo su arte. Sus dedos, delicados y certeros jugueteaban lentamente con mi clítoris mientras su LENGUA MAESTRA recorría traviesamente cada rincón, cada pliegue, se sumergía y afloraba en mi rajita, y me saboreaba de un modo como nunca antes había experimentado. Consiguió que me corriera, no una, sino VARIAS veces hasta el delirio, mientras no podía dejar de IMPLORARLE, jadeante hasta la extenuación, que por favor no parase de comérmelo como lo estaba haciendo…

Acabé la noche chorreando entera sobre su cara, que luego lamí amorosamente, en señal de agradecimiento. No intenté volver a excitarle, porque sabía que sería INÚTIL. Porque como ya había comprendido desde hacía tiempo, el único modo que tenía A de satisfacer verdaderamente SU placer, era teniendo en sus brazos el venerado sexo de su amante, dispuesto a recibirle sin condiciones.

Hay quien creerá que A era un amante incompleto. Yo simplemente creo que era un perfecto GOURMET. Y la parte por la que se le reconocía y nunca se olvidaría su todo, es precisamente la que perdura aún en mi memoria cada vez que otro hombre, u otra mujer, acerca sus labios a mi coño.

Para A.
Porque pusiste el listón del 10 terriblemente alto.