jueves, 17 de julio de 2008

LAS NOCHES PROHIBIDAS

Aquella primera noche fue realmente para mí, muy, MUY especial. Empezó sintiendo cómo se fortalecía nuestra complicidad, y se hacía cada vez mayor, con un acercamiento lleno de cariño y sinceridad. Y saltándonos la primera regla básica de cualquier manual sobre relaciones prohibidas, nos contamos con naturalidad aspectos privados de nuestras vidas paralelas, esos que según los libros deberían permanecer tan OCULTOS, como nuestros encuentros furtivos.

Te deseaba mucho, tú bien lo sabes… Y ¡¡¡Dios, sí, me ENCANTÓ!!! pegarme a tu boca y besarte largamente como ambos deseábamos desde hacía tanto tiempo, ¿me equivoco?. Cuando entramos en aquel local oscuro, y palpaste mi culo por encima del pantalón, empecé a vibrar de DESEO. Estaba claro que la noche no había hecho más que empezar. Y estaban cayendo las últimas barreras. ¿Lo que más me gustó? Sentirte DETRÁS de mí, ardiéndote la piel de ganas, y susurrándome al oído “hoy quiero tenerte solo para mí”… hmmm… eso me puso a cien.



Me MUERO por volver a tenerte frente a mí, cara a cara, por volver a sentir tus susurros en mi oído, tus besos en mi nuca, tus manos en mi piel... quiero acariciarte lentamente, mirarte a los ojos... y quiero hacerte mío, hasta oírte suplicar “¡BASTA!” de puro deseo contenido.

Quiero que volvamos a fundirnos en uno y retorcernos en mil abrazos imposibles, y acabar GRITANDO al alcanzar de nuevo esos placeres que nos elevan de dimensión, haciéndonos olvidar el mundo exterior, que se agolpa ignorante y estremecido, alrededor de nuestros cuerpos.

Igual que en aquella noche PROHIBIDA.
Como tantas otras noches.

Para ti, J.R.
Por brindarme tu dulzura y fuego, a partes iguales.