sábado, 4 de agosto de 2007

LA SIESTA

Era casi finales de verano, y sus padres estaban aún de vacaciones, por lo que mi amigo J decidió aprovechar esa magnífica ocasión para reunir el sábado a todos los colegas en su casa de campo, y hacer una FIESTA. Así se lo hizo saber a todo nuestro grupo de amistades, de modo que todo el mundo estaba invitado a participar a partir de las 8 de la tarde.

Yo vivía relativamente cerca de J, al igual que P, por lo que ambos nos brindamos para ir a la hora de comer y así echar una mano a J con los preparativos de la fiesta. Cuando llegamos, sobre la una de la tarde, el calor de septiembre se hacía sentir aún, por lo que decidimos darnos un baño en la piscina y tomar un poco el sol. El agua estaba divina, y lo cierto es que los tres nos reímos mucho, chapoteando como críos, librando batallas en el agua, y disfrutando con el contacto inocente de nuestros cuerpos.

He de decir que J, aunque no era objetivamente hablando un tío guapo, sí era un tipo francamente atractivo: moreno, de pecho musculoso y espaldas interminables, piernas bien torneadas por el deporte, y por qué no decirlo, con un culo que nos hacía suspirar a todas las chicas de la pandilla. P por el contrario, era el típico chico delgadito, de apariencia frágil y delicada, tez blanquísima y mirada franca, rubio de ojos claros, algo tímido (lo cual nos gustaba a todas) y con una actitud siempre positiva ante la vida. No podían ser dos chicos más distintos, y sin embargo, eran dos de mis mejores amigos.

Precisamente por ello, y por la confianza que nos unía, además de haber estado otras veces juntos en escapadas a la playa, etc, esa mañana, al finalizar nuestro baño, yo me puse a tomar el sol en top-less en el césped. La casa de campo estaba bastante apartada, y los altos muros del jardín nos protegían de cualquier mirada indiscreta, por lo que me pareció una idea de lo más estupenda para volver un poco más morenita y sin marcas. Los chicos no le dieron importancia alguna, se lo tomaron como algo de lo más natural, y estuvimos al sol como hasta las dos y media, en que decidimos ponernos manos a la obra con la barbacoa.

Así, yo me volví a poner mi bikini al completo, junto con un delantal, y después de luchar con las ascuas un buen rato, entre risas nos pusimos tibios de choricitos, panceta, chuletas, y VINO blanco… sí, ese vino blanco TRAIDOR.

Como aún faltaba tiempo para que llegara el resto de la pandilla, hacía un calor sofocante a esa hora, y el buen comer y beber invitaba a la somnolencia, propuse echarnos una SIESTA. La idea fue bien acogida, y nos echamos en la cama de matrimonio de la habitación grande, que tenía aire acondicionado. Nos quedamos fritos casi al instante, y he de decir que la siesta fue muy placentera… aunque no tanto como el despertar.

No puedo decir cuánto tiempo pasó desde que nos echamos, ni cuánto habíamos dormido, sólo recuerdo vagamente que me desperté EN MEDIO de J y de P, tal y como nos habíamos acostado tiempo antes, pero ahora cada uno de ellos me tenía abrazada desde su lado, a la altura de la cintura. Ellos seguían dormidos, plácidamente. Yo estaba realmente a gusto y muy relajada, y ante aquella situación tan curiosa, decidí ser un poco mala y empezar a acariciar los brazos de J y de P, lentamente, como haciéndoles traviesas cosquillitas… y no podía dejar de sonreír para mis adentros, divertida, cuando sentía el efecto que mis caricias causaban en ellos. Al final decidí ser buena y dejar de aprovecharme… aunque no me moví de entre aquellos dulces brazos que me rodeaban a PARES, y cerré de nuevo los ojos, aferrándome a los últimos minutos del remolón, que según dicen, son los que más se disfrutan.

¡¡Y tanto que los disfruté…!!
Lo cierto es que la situación se volvió increíblemente morbosa sin haberlo yo previsto, y es que de pronto, sentí que la mano de J empezaba a ACARICIARME tímidamente la cintura… Y la de P comenzó a hacer otro tanto de lo mismo, pero justo desde el otro lado. En ese instante, yo no sabía qué hacer ni qué pensar, lo cierto es que era la primera vez que me encontraba en una situación así, y no era en absoluto desagradable, más bien todo lo contrario. Así que decidí quedarme muy quieta y ver por dónde seguía la cosa… Y la cosa siguió, subiendo de tono… Ahora podía sentir ya las manos de J y de P deslizándose suavemente por mi barriguita, por mi cadera, por la cara exterior de mis muslos, por mis brazos, por mi cuello… Yo estaba realmente encantada, nunca antes había sido acariciada por dos manos de personas distintas, de movimientos imprevisibles, y totalmente independientes entre sí… Y me gustó, realmente me excitó mucho.



Tal fue así, que decidí comenzar a participar activamente de aquella fantástica experiencia. Y de este modo, con los ojos cerrados y sin mediar palabra alguna, empecé a recorrer con mis propias manos aquellos DOS cuerpos masculinos, uno a cada lado de mí… Acaricié sus piernas, sus brazos, sus pechos, intentando no volverme loca con la información tan dispar que provenía de cada una de mis manos, además del creciente placer que notaba al sentirme recorrida por todos aquellos dedos indomables… dedos que habían perdido ya su timidez y habían comenzado a rozar mis pechos y mi pubis por encima del bikini, que estaba empezando a empaparse por momentos. Mi excitación era inmensa, y decidí averiguar por mí misma cuánto de intensa era también esa excitación en mis dos compañeros de TRAVESURA… Posé mis dos manos encima de cada uno de sus bañadores, y puede comprobarlo al instante: estaban tan excitados, o más, que yo.

Cuando noté sus miembros erguidos e impresionantemente DUROS despuntando bajo la suave tela del traje de baño, no puede evitar lanzar un suspiro… Y empecé a acariciarlos con verdadera devoción, primero delicadamente y por encima del bañador, y luego, con auténtico ardor por debajo de él. Nunca olvidaré el momento en que fui CONSCIENTE de que estaba agarrando un par de pollas diferentes a la vez, una en cada mano, ni el inmenso placer que me suponía comenzar a masturbarlas al unísono, sentir su calor, su piel de formas distintas, y cómo reaccionaban ante mis dedos…


El ambiente se caldeó con pequeños gemidos reprimidos, y ahí fue cuando sentí la necesidad de abrir mis ojos, como para creerme que aquello estaba sucediendo de verdad. Y vaya si estaba ocurriendo: J y P estaban a mi lado, boca arriba, DISFRUTANDO del momento tanto como yo, tensos, excitados, casi inmóviles y con los ojos cerrados, tan sólo revolviéndose de placer cuando mis manos hábilmente recorrían y jugueteaban con sus deliciosos miembros… No puedo recordar a día de hoy quién se corrió primero, si J ó P… pero lo cierto es que en un momento dado, noté mis dos manos llenas de su cálida leche, y eso me hizo sentir la mujer más poderosa del mundo.

Cuando retiré mis manos y creí que todo había terminado, oí un “shhhh…!” y me quedé quieta. Es cierto que yo estaba muy excitada, pero me había concentrado tanto en las sensaciones de aquella doble masturbación, que me había olvidado un poco de mi propio placer… Por suerte para mí, parece que ni J ni P lo habían pasado por alto.

Así fue como ellos dos empezaron a juguetear entonces conmigo, acariciándome por encima y por debajo del bikini, sin piedad, y mientras una mano me sobaba los pechos, y pellizcaba suavemente mis pezones, otra, se colaba por entre mis muslos, y buscaba mi clítoris… Yo no es que estuviera caliente… ¡¡¡es que ARDÍA entera en deseo!!! Hubo un momento en que aquellas dos manos distintas se concentraron ambas en mi coño, jugando entre sí y por separado, con mi vello, con mis labios inflamados, trabajando concienzudamente en mi clítoris, hundiendo sus deditos a la vez en mi raja completamente húmeda... y me corrí. Me corrí como nunca, GIMIENDO y gritando de placer hasta la extenuación, sobre aquellas dos manos inquietas, que ahora se retiraban delicadamente.

Cuando eso ocurrió, me abandoné a la calma que sigue al placer, intentando sosegar mi cuerpo, incapaz siquiera de abrir los ojos, y consciente de la increíble sensación de vergüenza que podría suponer enfrentarse a la realidad del instante siguiente... Fue entonces cuando P, incorporándose como si tal cosa, dijo:

- “Chicos, son las 7… y esta panda estará a punto de llegar en nada… ¿Alguien quiere una coca-cola?”

Y se fue tranquilamente a por esa coca-cola a la cocina.
P y yo nos miramos divertidos, y nos levantamos también. Una vez en la cocina nos dimos un beso CÓMPLICE en la mejilla los tres, y enseguida comenzamos a preparar las fuentes con aperitivos para la gente que empezaría a llegar apenas unos 20 minutos después.

En todo el tiempo que hemos seguido teniendo relación J, P y yo, NUNCA hemos hablado ni hecho referencia a aquella tarde tan especial. Y nunca se volvió a repetir, al menos entre nosotros tres. Pero sé de buena tinta, que como a mí, aquella experiencia les marcó para siempre, y fue el inicio de una apertura sexual y de la superación de muchas barreras mentales, que ha sido muy importante , por no decir crucial, en cada una de nuestras vidas.

Para vosotros, J y P.
Por nosotros y por nuestro secreto.

jueves, 2 de agosto de 2007

¿AÚN NO LO SABES?

En ese momento, ella aún no lo sabía.
NO SABÍA que yo me la imaginaba desde hacía tiempo, desde que oí su voz por primera vez al otro lado del teléfono, con una carita aniñada y pálida como iluminada por la luna, y sonriendo, siempre sin dejar de reír a raíz de mis comentarios.

Pero ese día todo era distinto, y es que... habíamos quedado para comer, en su casa. De hecho, ahora la tenía delante. Y también sonreía, de una forma igual de franca, pero muchísimo menos inocente.


Era verano, y el CALOR sofocante de la sobremesa nos obligó a huir del porche para buscar refugio dentro, en la cocina, estancia bastante más fresquita y agradable. Sacó un pedazo de SANDÍA de la nevera, y me ofreció. Estaba deliciosamente fría, y carnosa, y seguimos riéndonos de tonterías mientras nos dejábamos el alma mordiendo aquella jugosa rodaja encarnada, que parecía lo único útil para poder combatir el calor y refrescar el ambiente… al menos por un instante.


Lo cierto es que acabamos riendo a pleno pulmón cuando nos descubrimos pringosas y llenas de churretes, desde las manos al escote, la boca, el cuello, los brazos… Y acepté de buen grado su invitación de lavarnos las manos en el fregadero, que por un momento se tocaron y juguetearon inocentemente bajo el agua corriente.

De pronto, la miré, fijamente. Y la observé como mil veces antes la había buscado en mis SUEÑOS, sonriendo, tranquila, con el pelo revuelto y un simpático mechón cruzando su cara aún manchada de rojo… Solo que esta vez, estaba realmente allí, apenas a un palmo de distancia, con los labios húmedos de zumo de sandía, sonriendo tímidamente, mirándome (ahora sí, callada), con una mezcla de intriga, temor, pasión y ternura infinitas…

No pude hacer otra cosa que acercar mi mano a su rostro y retirar ese mechón de su melena con suavidad. Le acaricié el pelo, despacio, sin dejar de mirarla a los ojos, y luego cogí con mis manos aún mojadas su cara, apenas rozando sus mejillas, para comenzar a lamer delicadamente cada una de las gotitas con sabor a sandía que rezumaban indiscretas de la comisura de sus LABIOS



Nos besamos, larga y apasionadamente, primero de forma tímida, luego con ardor. El calor asfixiante que apenas media hora antes en el porche nos estaba matando, no parecía ahora tan peligroso comparado con el sofoco que comenzaba a emanar de nuestros cuerpos. Nuestras bocas parecían estar como SELLADAS contra la piel, no podíamos dejar de lamernos, besarnos, mordisquearnos, era imposible despegar nuestros labios, corroídos por el ansia de no querer dejar escapar el precioso objeto de nuestro deseo…

Volvimos a mirarnos, una vez más, y esta vez sí, sonreímos al unísono, quizás al descubrir que ya no había temor en sus ojos, ni rubor en los míos, sino una súplica CÓMPLICE y encendida por ambas partes de seguir adelante explorando nuestros cuerpos…

Y a ello nos abandonamos, con apasionado esmero, hasta ver desmayar el atardecer.
Para M.
Porque te deseo. ¿Aún no lo sabes?